¿Qué es la cistitis?
La cistitis consiste en una inflamación de la mucosa que cubre el interior de las paredes de la vejiga urinaria, causada generalmente por una infección bacteriana, como que han estructuras de conectan con la zona lumbar, la cistitis nos puede dar lumbalgias o dolores pélvicos.

¿Cuáles son las causas?
La cistitis se debe habitualmente a la invasión de la vejiga urinaria por gérmenes infecciosos. La infección puede ser causada por varios tipos de gérmenes, sobre todo bacterias del tipo Escherichia coli, Proteus, irabilis, estafilococos y enterococos.
En general, los microorganismos que infectan la vejiga urinaria proceden del recto, la última porción del intestino grueso donde normalmente hay una flora bacteriana abundante. Desde el recto, los microorganismos se extienden fácilmente a los genitales externos, especialmente en la mujer. Esto es debido, al hecho de que la uretra femenina se encuentra relativamente cerca del recto, y también para que los gérmenes se desarrollan fácilmente en los genitales externos femeninos por las condiciones de humedad y calor que corresponden a esta zona, y pueden penetrar por la uretra y llegar a través de ella a la vejiga. La cistitis no es una enfermedad de transmisión sexual, pero es frecuente que sea desencadenada por el coito porque la compresión de los genitales favorece la penetración por la uretra de los gérmenes que previamente ya se encontraban cerca de su desembocadura. En las mujeres se presenta a menudo la llamada cistitis de la luna de miel, que consiste en una cistitis desarrollada después de un periodo en el que se mantienen relaciones sexuales frecuentes.
A quién afecta?
Las cistitis afectan sobre todo a las mujeres con una frecuencia más elevada, casi todas las edades, en un porcentaje que depende de la edad. Las mujeres jóvenes sufren de infecciones urinarias 50 veces más que los hombres, y entre las mujeres de edad, entre 2 y 10 veces más.
Síntomas
El primer síntoma suele consistir en la aparición de escozores al orinar, Es decir, sensación de ardor en la uretra y pelvis menor en efectuar una micción debido a que el flujo de la orina irrita las terminaciones nerviosas de la pared urinaria inflamada. En algunas personas, la escozores deviene incluso un dolor intenso. A veces el dolor puede llegar a dificultar la evacuación de orina y originar disuria o dificultad en la micción.
También es muy habitual la polaquiuria, este trastorno es debido a que las terminaciones nerviosas que detectan la repleción de la vejiga son más sensibles de lo habitual y desencadenan estímulos nerviosos cuando la vejiga se empieza a llenar. Este síntoma se suele mantener durante todo el día, e incluso de noche, por lo que también se puede presentar nicturia.
Durante el transcurso de la cistitis, es habitual que la orina sea de color turbia debido a que contiene restos de gérmenes y de células inmunitarias que actúan en la inflamación. En muchos casos puede aparecer igualmente hematuria, ésta es debida al desgarro de pequeños vasos de la pared de la vejiga, debido a que la dilatación provocada por la inflamación los hace especialmente frágiles.
Además se pueden presentar otros síntomas, como molestias constantes en la pelvis menor y en la parte inferior de la espalda. En algunos casos se manifiesta fiebre.
En la mayor parte de los casos, la cistitis se resuelve completamente sin secuelas. No obstante, si no se efectúa un tratamiento adecuado, puede haber algunas complicaciones, tales como pielonefritis o cistitis crónica.
La cistitis crónica es la permanencia de gérmenes en la vejiga origen caracterizada por el mantenimiento de la inflamación y la repetición de episodios agudos de cistitis, generalmente más de tres veces al año. En los períodos que se sitúan entre los episodios agudos, la persona afectada puede estar sin síntomas, aunque a menudo se presentan algunas molestias como la sensación de peso en la pelvis menor o una moderada polaquiuria.
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico de la cistitis se basa en los síntomas, pero hay que realizar un análisis de orina que se puede detectar la presencia de gérmenes y de células inmunitarias. También se puede efectuar un cultivo de orina para poder identificar el germen causante y un antibiograma para determinar cuáles son los antibióticos eficaces para eliminarlo. Cuando las cistitis se presentan más reiteradamente, se suele efectuar un examen radiológico, que suele incluir una urografía y una cistografía.
¿Cuál es el tratamiento?
El tratamiento de la cistitis se basa en la administración de antibióticos eficaces contra los gérmenes más habituales. En los casos en que se efectúa antibiograma, el tratamiento es iniciado enseguida que se ha recogido la muestra de orina, antes de disponer de los resultados del análisis para eliminar los síntomas enseguida. Cuando se obtienen los resultados del antibiograma, a veces hay que cambiar el antibiótico. En las cistitis no complicadas puede ser suficiente con un tratamiento corto, de unos tres días, pero a menudo hay que mantener el tratamiento durante diez días. En cambio, en caso de cistitis crónica, siempre hay que seguir un tratamiento prolongado y es fundamental el tratamiento del trastorno que predisponga a las infecciones en cada caso. Si se presentan cistitis consecutivas puede ser útil la administración regular de antibióticos para prevenir el desarrollo de la infección.
Mientras el antibiótico hace su efecto, pueden ser útiles para los síntomas baños de agua caliente y la administración de medicamentos anticolinérgicos o analgésicos.
Una medida muy útil para prevenir las cistitis, sobre todo en mujeres, es orinar después de haber mantenido relaciones sexuales, ya que la evacuación de orina empuja hacia el exterior los gérmenes que podrían haberse introducido en la uretra. También es aconsejable que durante la micción sí intente mantener un chorro enérgico.

